miércoles, 21 de enero de 2015

Refundación

"Hola. Soy ese que está pero que no ves, uno que permanece cuando vas y vienes, el decorado en el que te sientes a gusto cuando actúas".

"Hola hola. No me he ido a ninguna parte, sigo aquí. Si no digo nada ni te enteras, pero yo no me he movido ni un milímetro. Quizá sea eso, quizá sea mejor que tire algo al suelo a ver si prestas atención".

"Hola hola hola. Hace una eternidad que no me miras a los ojos; sé por qué lo haces, la mirada es un lenguaje que no dominas y procuras evitarlo. El tacto tampoco es tu fuerte, nunca te gustó que te tocaran".

"En realidad me pregunto qué es lo que te gusta. Yo no, desde luego. Adiós".



Haciendo poco honor a su nombre, Sansón González rompió a llorar, calladamente, a intervalos, con un hipo medio nervioso. Luego se compuso como pudo, guardó el revolver, se levantó de aquel banco y se marchó. Según se alejaba de allí, su cara fue mudando desde la inicial triste crispación hasta una definitiva y amplia sonrisa, entre malévola y triunfante. "¡Que te jodan, que te jodan a ti! El mundo es mucho más que tú y este puto lugar".

No hay comentarios:

Publicar un comentario