Me estaba congelando mientras hacía cola para entrar en el garito. Los gorilas, con ese aire de extrema suficiencia, buscaban con la mirada algo en mi vestimenta que no me permitiera el acceso a la disco, pero esta vez no lo encontraron y me perdonaron la vida. "Pasa" y yo entré rápidamente al tugurio. Fui directo a la barra y me pedí una copa; necesitaba algo que me diera el aplomo suficiente para poder hablar contigo. Un buen trago y miré hacia la pista. Había mucha gente, estabas con las pesadas de tus amigas y tú por entonces no bailabas muy bien, pero daba igual: me parecías la chica más sensual del mundo.
¿Te acuerdas?
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