martes, 13 de marzo de 2012

Ahhhhh...

Hay pocas cosas tan placenteras como el primer sorbo de una cerveza cuando tienes mucha sed. Es una sensación muy cercana al orgasmo en la que el momento del clímax se alcanza durante ese trasiego; justo ahí cierras los ojos y, al mismo tiempo que un escalofrío recorre tu cuerpo de la nuca a los pies, sientes que estás en otro lugar e incluso en otro época. Un viaje astral fugaz sin necesidad de iniciarse en las psicociencias.
El segundo trago ya no es igual porque aunque también da placer, éste es más terrenal y las sensaciones de antes ya no aparecen. Por si acaso insistes con un tercero pero nada: mola, sí, pero no es lo mismo. Quizás hay que insistir aún más con los siguientes tragos y con más cervezas para volver a encontrarse en otra dimensión, pero la magia del primer sorbo ya no vuelve a suceder. Tendrás que esperar a que sea otro día y vuelvas a tener una sed inmensa y solo desees que te la sacie una buena y fresca cerveza.


Madrid, un día cualquiera de julio: ponte una de Marvin Gaye, haz el amor, suda y tómate después una cerveza helada. Placer tras placer.

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