martes, 11 de septiembre de 2012

Insisto

La moral no está por los suelos. No, eso sería demasiado optimista porque cree que está aún más abajo, como en el sótano 5 o así. Otra vez se encuentra abatido, de nuevo los acontecimientos se precipitaron y nada salió como esperaba. Una ocasión más en que los planes que él diseñaba no seguían la teoría que Hannibal Smith, allá por los 80 del siglo pasado, enunció.
Ni siquiera esta vez su proverbial determinación a levantarse de nuevo cada vez que cae, su habitual perseverancia rayana en cabezonería, le salva de sentirse la penúltima mierda. Es más, ya piensa que aún puede caer más bajo, de ahí que acepte que no ha tocado fondo y que todavía hay margen para algo peor. Será en ese momento en que ya considere que ha alcanzado el lugar de honor, el sitio donde uno se siente completamente derrotado.
Por un instante se le ilumina la cara. Piensa que, quizá, cuando llegue a ese lugar fatal por fin podrá descansar de tanta lucha sin ningún resultado, de tanta magulladura emocional provocada por estrellarse una y otra vez contra el mismo muro. Estará donde no quería estar pero al menos estará en algún lugar, y no en esa horrible tierra de nadie donde todo es un quizá y nada es seguro. Y eso ¡qué coño! también es una victoria.


 La moral está bajo suelo. Pero vuelve a pensar que la próxima vez, esta sí, por fin ganará.

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