viernes, 11 de enero de 2013

Solo yo te veo a ti

Me acerqué a aquello que a lo lejos parecía otra cosa pero que una vez que lo tuve delante resultó ser algo totalmente distinto, mejor. Esperaba una señal y encontré toda una explicación; buscaba una nota y descubrí una sinfonía; creí ver un atisbo y la realidad me hizo topar con un hecho completamente consumado. Intuía humo y no me di cuenta hasta que llegué que eso era un volcán. De la prácticamente Nada que la lejanía podía simular a ese Todo que se mostraba esplendoroso ante mí. Lo que había tratado de localizar durante estos últimos años se me presentaba en un momento y lugar que no había podido imaginar y, sí, ahí estaba, yo lo podía ver, como si hubiera estado esperándome solo a mí durante siglos, aparentemente invisible para los demás. Yo buscaba y aún después de todo este tiempo sin nada a la vista mantenía con obstinación la misma confianza en encontrar; igual que ese pescador que desde hace años baja cada día al malecón y, perseverante, echa la caña esperando que por fin hoy pique una sirena.


Como a Ulises esa sirena se me apareció. Pero yo no iba a atarme al mástil del barco porque quería que su canto me sedujera, me llevara hacia ella y después me devorara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario