miércoles, 22 de febrero de 2012

Ven conmigo

Llevo demasiado tiempo esperando en esta placita en la que quedé contigo y no apareces. Me siento en el único banco que aún queda libre y observo a la pareja que se abraza en la marquesina que hay al otro lado de la calle. Hay algo en ellos que me resulta familiar, quizá me recuerda a nosotros hace unos años. Un autobús llega, una muchedumbre se apea y el bus continúa su marcha. La pareja sigue ahí en la marquesina, abrazada y ajena a todo. Ella reposa su cabeza en el hombro de él. Él no para de acariciar su pelo. De vez en cuando ella levanta la cabeza; entonces sus miradas se cruzan y automáticamente sus bocas se encuentran con suaves roces de labios.
Vuelvo a mirar el reloj: media hora de retraso y sigues sin venir. Dudo si mandarte un mensaje, llamarte o directamente irme de aquí. No es la primera vez que esto ocurre pero te aseguro que será la última.
Llega otro autobús, descarga más gente y se marcha a toda velocidad. La pareja continúa en la marquesina pero ahora es él quien reposa su cabeza en el hombro de ella.
Decido llamarte. Vamos, cógelo. Cógelo o no volverás a verme más. Suenan una a una las campanadas del mediodía que el carillón del reloj de la placita desgrana pausadamente. Por fin descuelgas y oigo tu voz aterciopelada: "Hola". De fondo también se escuchan las campanadas dando las doce. Te pregunto que dónde estás. "Perdona, a un minuto. No te vayas".
La pareja de enfrente ya no se abraza. Ella le está poniendo el dedo índice en la boca de él, pero él lo aparta y se da la vuelta poniéndose las manos en la cara. Llega otro autobús a la parada y el chico se sube rápidamente. Desde el estribo le hace señas para que suba pero la chica se queda allí, quieta como una estatua. La puerta se cierra, el bus se va y ella se deja caer en el asiento de la marquesina.


Suena mi teléfono, eres tú. Dejo que siga sonando y me levanto del banco, es hora de marcharse de aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario