Seguro que a todos nos ha ocurrido en algún momento de nuestras vidas: no hay nada peor a lo largo del curso que el momento más esperado -las vacaciones- salga mal. Cuentas los días y hasta los minutos que faltan para tomártelas como si estuvieras en Cabo Cañaveral y cuando por fin te vas, ¡Houston, tenemos un problema!: las maravillosas, largamente deseadas y siempre cortas vacaciones, algo o alguien te las han fastidiado. No ha sido el caso este año pero una vez, hace ya dos lustros y pico, empezaba a disfrutar de mi estancia en la Costa Brava cuando un compañero trepa y un jefe cabrón me las jodieron pero bien, llamándome para que volviera al curro. Las vacaciones deberían ser sagradas y declaradas Reserva de la Biosfera.
Claro, que también puede ser que te hagas ilusiones del lugar al que vas totalmente persuadido por la publicidad vacacional y nada más empezar el viaje, ya te das cuenta de que las cosas no son como las esperabas. Eso mismo les ocurrió a cuatro amigos de Algete, Madrid.
Fíate tú de los anuncios.
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