Aquellos hombres rudos, habitantes de las highlands, herederos de los pictos, que mascullan palabras en gaélico y que miran directamente a los ojos de sus interlocutores, que apelan a sus antiguas leyendas de monstruos en sus lochs y líderes con la cara pintada, que visten faldas pero son los más aguerridos y nunca fueron romanizados y aún escasamente anglificados. Por todo eso y mucho más ellos, los escoceses, saben apreciar el lado emocionante de la vida y, cuando quieren, son maestros a la hora de tocarte justo en el lado más sensible de tu cuerpo con cada vaso de buen whisky, en cada festival de Edimburgo o en cada estrofa de una buena canción, digamos por ejemplo, "Everything Flows" de Teenage Fanclub.
Absolutamente entrañables.
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