martes, 11 de diciembre de 2012

¿Quién conoce a Cedric Villars?

Cedric Villars camina arrastrando pesadamente sus cansados pies y su derrotada alma. Le duele la cabeza, desde hace horas no tiene la menor idea de dónde está ni adonde tiene que ir y todo lo que ve a su alrededor le resulta extraño. Sus ojos miran con desesperación hacia cualquier sitio buscando una señal conocida, una cara familiar, una calle habitual, un portal seguro, algo que se transforme en recuerdo y lo lleve a la seguridad de lo vivido. AVA.
Cedric sabe cómo se llama porque encontró una cartera en su gabardina con una licencia de conducir en la que vio una foto suya. También cree saber dónde vive porque deduce que la dirección impresa en ese carnet es la de su domicilio. Quiere dirigirse hacia allí pero por más que intenta preguntar a los viandantes es incapaz de articular una palabra medianamente inteligible y únicamente salen de su garganta unos sonidos guturales que espantan a cualquiera que se cruza con él. No comprende por qué no puede hablar y el horror que provocan sus gruñidos a la gente es comparable al pánico que siente por encontrarse totalmente perdido. Decide comunicarse por señas y señalar la dirección impresa en la licencia de conducir a todo el que pasa a su lado pero nadie sabe dónde está aquel lugar.
"Esa calle debe pertenecer a otra ciudad, caballero. De aquí le aseguro que no es", le responde meneando la cabeza un guardia urbano que hace la ronda por el barrio, después de preguntar a un compañero a través de su walkie-talkie. "Mire, por qué no me acompaña a comisaría y quizá allí podamos ayudarle a..." Cedric le deja con la palabra en la boca y echa a correr sin mirar atrás hasta que siente que ya nadie más se fija en él. LETIÓN.
Imposible de explicar su situación, Cedric intenta desesperadamente hacer memoria pero ésta no alcanza más allá que unas horas atrás, justo después de levantarse aturdido del suelo de un oscuro y sucio callejón. Solo sabe que, desde ese instante, tres palabras no dejan de martirizarle sonando constantemente en su cabeza: el nombre de una mujer a la que no pone rostro; lo que interpreta que puede ser un lugar; y las dos letras recién tatuadas en el interior de su muñeca derecha y que es lo primero que vio en cuanto el aturdimiento desapareció junto a todos sus recuerdos. NO.


Ava decidió dar un paso adelante e ir en busca de la verdadera felicidad. Letión se le había quedado pequeño y provinciano, tanto como aquel chico con el que tonteaba y al que por fin mandó a paseo.

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