jueves, 27 de diciembre de 2012

Un ser excepcional

La característica fundamental de un explorador es la misma que la de un filósofo o un periodista: la curiosidad. Por eso -aunque suene paradójico- Mario Marchegiani se mueve entre lo desconocido como pez en el agua; ese es su hábitat natural y va directo a ello sin titubear. Todo lo que está por descubrir es algo que le atrae, ya sea material o no, e igualmente le seduce un lugar en el que jamás estuvo como le entusiasma una sensación que nunca vivió.
Mario necesita experiencias nuevas para seguir adelante, sentir sabores o colores nuevos, llenarse de emociones y territorios extraños que satisfagan sus ansias descubridoras.
Mario piensa que cada vez conoce más pero también está convencido de que su capacidad de asombro no ha menguado después de tanto buscar, viajar y vivir, sino al contrario, es aún más curioso. Sufre una especie de adicción y ya no puede pasar cierto tiempo sin sentir cosas nuevas o descubrir algo que nunca haya visto; colmarse de incógnitas por resolver es preciso para avivar su alma porque no hay nada que le mortifique más que la rutina y los lugares comunes.
Mario vive solo. Aparentemente eso es algo circunstancial pero sus más íntimos saben que nadie sería capaz de aguantar a su lado. Mario vive por y para saciar su curiosidad, por alimentar el deseo de encontrar nuevos placeres que para él pueden tener las más diversas formas o circunstancias, y esa forma de ser únicamente se puede llevar en solitario. En realidad él mismo reconoce que es un tipo peculiar, que a pesar de ser un curioso patológico no quiere asumir el reto de la exploración de un territorio que podría suponerle el más grande de sus descubrimientos. O quizá el mayor de sus fracasos.
Todos creen que Mario es un valiente y sus hazañas estos años le han prendido sobre sí una pátina de épica con sabor a otro tiempo, pero él sabe que en el fondo tiene miedo y que lo único que hace es huir de lo que cualquier ser humano persigue, que no es más que la búsqueda de la felicidad a través de otra persona.


Mario Marchegiani es un ser excepcional: no tiene capacidad para amar.

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